Una vida construida a base de pequeñas decisiones
- alouestcompany
- hace 2 días
- 2 Min. de lectura

Nos gusta pensar que nuestras vidas están marcadas por los grandes momentos, los hitos, las despedidas, las escenas memorables y cinematográficas que podríamos señalar en una línea de tiempo. Pero la verdad se esconde en otra parte.
En el silencio, en lo casi invisible.
Una vida se construye con pequeñas decisiones.
Elegir una taza de té en lugar de otra en una mañana tranquila. Tomar el tren más temprano, no por obligación, sino porque algo dentro de ti anhelaba esa luz extra. Guardar una fotografía imperfecta, ligeramente desenfocada, un poco oscura, pero que transmite una sensación que sabes que necesitarás más adelante.
Ninguno de estos momentos busca llamar la atención. No se anuncian como puntos de inflexión.
Pero cada una de ellas modifica algo en tu interior, suavemente, como cuando una habitación cambia al abrir una ventana.
Al principio no te das cuenta. Casi nunca te das cuenta. Solo cuando miras hacia atrás te das cuenta de cómo esas pequeñas decisiones, las que podrías haber tomado de forma diferente, las que nadie más recordaría, silenciosamente reconfiguraron el camino bajo tus pies.

Otra taza. Otro tren. Otra fotografía.
Y de repente, una vida diferente.
Quizás lo más bello de todo esto es que nunca sabemos realmente qué decisión fue la más importante. Qué mañana nos cambió. Qué vacilación nos salvó.
¿Qué impulso nos llevó hacia adelante?
Pero seguimos eligiendo, una y otra vez, tejiendo una vida hecha no de grandes gestos, sino de pequeños compromisos con quienes nos estamos convirtiendo.
El mundo podría celebrar los momentos que resuenan.
Pero son los susurros los que nos moldean.
Y quizás ese sea el verdadero milagro: que toda una vida pueda crecer silenciosamente, casi en secreto, a partir de las cosas más pequeñas.









Comentarios